Todos hemos tenido días malos, días en los que piensas que mejor hubiera sido no haberse levantado de la cama, instantes en los que maldecimos nuestra mala suerte.
Esa ira que sentimos, normalmente la sacamos con las personas que menos se merecen en este mundo una mala cara, un mal gesto, una contestación inoportuna.
En esos momentos nos convertimos en las personas más egoístas y estúpidas del mundo.
Pasan unos segundos, reflexionamos y esperamos el mejor momento para decir << lo siento>>.
No me contesta, y se produce un silencio incómodo.
En mi mente pienso que esta vez si que me he pasado de verdad, que no me perdonará tan fácilmente. Pero en ese mismo momento, esta misma persona, con amor, cariño y cuidado me regala una de sus mejores sonrisas, una profunda mirada y un beso lleno de ternura.
Me he caído muchas veces y ella siempre ha estado ahí para levantarme y animarme, por eso cada día intento ser mejor, más fuerte, mejor persona para que, algún día, esta persona tan importante para mi, mi madre, pueda estar orgullosa de como es su hija al menos como persona.
